De: <boletin_sender@afehc-historia-centroamericana.org>
Fecha: 26 de enero de 2014, 6:16
Asunto: Boletín de la AFEHC del 2013-09-04
Para: boletin@afehc2.lautre.net
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Editorial de la redacciónCon este boletín N° 58 de la AFEHC abordamos un tema de investigación que ha sido siempre muy popular dentro de la comunidad de historiadores, popularidad que responde a una fuerte demanda de lectores siempre ávidos por leer las aventuras de corsarios y piratas que plagaban el espacio caribeño y centroamericano, consecuencia de la política agresiva de los países europeos que habían sido excluidos del tratado de Tordesillas entre España y Portugal (1494). La editora invitada, Elizabeth Montañez-Sanabria, reunió cuatro ensayos sobre la presencia de los enemigos de la monarquía española en las costas centroamericanas. Además del dossier sobre los piratas, los lectores encontrarán las secciones acostumbradas: dos nuevas entradas en el Diccionario Biográfico Centroamericano, dos reseñas de libros y varios documentos transcritos del Archivo General de Centroamérica. En este número proponemos también una nueva convocatoria sobre la “Historia de la economía de El Salvador – 1839-1929” dirigida por los investigadores Antonio Acosta Rodríguez y Héctor Lindo-Fuentes. Dicha publicación está prevista para principios de 2015. Renovamos como siempre nuestra invitación a acercarse a los responsables de las convocatorias abiertas para el año de 2014. Presencia peligrosa: Piratas, corsarios y filibusteros en CentroaméricaAl hablar de piratas es frecuente asociarlos con los estereotipos que la literatura y el cine han construido sobre ellos: personajes que simbolizan la libertad y la ambición; marginales de la sociedad sin escrúpulos; crueles y despiadados; ávidos por hacerse de tesoros y riquezas1. La cultura popular ha construido una imagen del pirata como suerte de anti-héroe de la edad moderna con tanto éxito que aún ahora las historias de piratas ejercen una gran fascinación en las masas. Sin embargo,... (por Elizabeth MONTANEZ SANABRIA) Leer mas...La incursión del pirata Edward Mansvelt en Costa Rica y sus consecuencias en las poblaciones indígenas del Caribe y Llanuras del Norte (año de 1666). por Juan Carlos Solórzano F.Este artículo analiza el ingreso del pirata Edward Mansvelt a la provincia de Costa Rica en 1666 al mando de 600 hombres con la intención de apoderarse de Cartago y continuar su marcha hacia la costa del Pacífico. Se estudian los antecedentes del desarrollo de la piratería en el Caribe de Centroamérica, las acciones tomadas por el gobernador de Costa Rica para rechazar la incursión pirática así como el impacto que éstas tuvieron en las poblaciones indígenas de dos grupos indígenas: los tariacas ubicados en la costa del Caribe y los botos en la región de las Llanuras del Norte. Piratas: Herejes en las Costas de América Central, Yucatán y Caribe. Siglos XVI-XVII por Gianandrea Nelli FerociEn este artículo se analiza la relación entre el enfrentamiento de la piratería contra España en las Américas -en particular en Méjico, América Central y el Caribe-, y las guerras de religión que devastaron Europa en los siglos XVI y XVII. El estudio contribuye a demostrar que la lucha por el control de las riquezas de las colonias americanas se transformó en otro frente donde reforma y contrarreforma cruzaron las armas en nombre de la fe. El fanatismo religioso fue un incentivo muy fuerte para los piratas. Muchos protestantes vieron en la piratería una manera de combatir los papistas, quitando al Rey de España una parte de los recursos económicos con los cuales financiaba las tropas que luchaban contra los reformados en Europa. El análisis de fuentes primarias y de estudios sobre la Inquisición en las Américas hace deducir que muchos de los imputados por herejía protestante en las Indias Occidentales eran piratas, corsarios o filibusteros, juzgados en su mayoría por el Tribunal de la Inquisición de Méjico, que tenía jurisdicción sobre Méjico y América Central, con exclusión de Panamá. De paje del rey a corsario: Don Pedro Velaz de Medrano, I marqués de Tabuérniga (1603-1659) por Diego Téllez AlarciaD. Pedro Velaz de Medrano es un personaje que, hasta la fecha, ha pasado desapercibido para los historiadores. Descendiente de un linaje de origen alavés, los Velaz de Medrano, don Pedro estaba emparentado políticamente con la poderosa familia riojana de los Manso de Zúñiga, originaria de Canillas. Este parentesco había hecho que don Pedro naciese en Santo Domingo de la Calzada en 1603. Los contactos cortesanos de los Manso de Zúñiga le procuraron una plaza como paje del rey Felipe III en 1615. Este empleo fue un magnífico trampolín para comenzar una meteórica carrera militar al servicio de los Austrias. Destacó don Pedro por sus capacidades en la marina, sirviendo en oportunidades tan destacadas como la reconquista de Salvador de Bahía a los holandeses, la batalla de Fuenterrabía, el combate naval de las Dunas o el mando de la Armada de Barlovento.Esta impecable hoja de servicios se vio abruptamente interrumpida por su deserción al bando de los rebeldes portugueses en 1647. Un año después, se pasó al enemigo francés, bajo cuyo pabellón lideró una escuadra corsaria que se internó en el Caribe con la intención de capturar la flota del tesoro. Durante tres años se sintió su temible presencia en aguas americanas. Llegó a bombardear Caracas en 1651, pero se le escapó la preciada presa del botín de la flota. El fracaso de esta aventura le granjeó pocas amistades en Francia por lo que abandonó su servicio y pasó a vincularse, hacia 1656, a un aventurero de origen inglés muy conocido de aquella época: el príncipe Roberto. Falleció algunos años después (1659), retirado del mundo en un convento de Coimbra. De la Hermandad de la Costa a la Compañía Real de Saint Domingue: compañías comerciales, filibusteros y administración colonial en Santo Domingo, 1684-1720. por Giovanni VenegoniA inicios de 1698, el gobierno francés promovió la creación de una compañía comercial, la Compagnie de Saint-Domingue, con el fin de mejorar la situación económica y demográfica de dicha colonia caribeña. Sin embargo Saint-Domingue, y en especial la costa sur (llamada entonces “banda del sur”), no solo albergaba a la Hermandad de la Costa, sino que también era un punto de paso y de encuentro de piratas y contrabandistas holandeses, ingleses y franceses. Desde allí, tripulaciones transnacionales atacaban las costas y navíos españoles, construían puestos de avanzada en el Darién y hacían contacto con la población local indígena (los llamados Sambres o Kunas). La creación del gobierno colonial francés en Saint-Domingue, que data de 1664, no significó una amenaza a la existencia de estos grupos –los cuales participaron activamente en la toma de Cartagena en 1697- hasta el establecimiento oficial de la compañía en 1699. La Compagnie de Saint-Domingue, creada por el gobierno francés y apoyada por mercaderes y financistas con el fin de poner bajo control una región donde la autoridad gubernamental tenía poco respaldo, copió las inusuales estrategias de sus belicosos habitantes para su expansión comercial. En el primer estatuto, la colonización de la banda del sur era secundaria respecto a la ocupación del Darién y la penetración en el mercado clandestino español. La superposición de los objetivos de la Compagnie con los de los bucaneros era uno de los principales problemas que el gobierno colonial tuvo que confrontar. Este artículo tiene como objetivo investigar las relaciones entre la Compagnie y los filibusteros en la costa sur de Saint-Domingue a fin de explorar las conexiones entre ambos, entendidas como dos formas opuestas de “servir al imperio”. Asimismo, nos interesa analizar el rol que el gobierno colonial desempeñó en apoyo de las acciones piratas sobre los de la Compagnie y el gobierno de la metrópoli. | Próximas convocatorias
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