Las hijas del "Padre de la Patria
La quinta generación de descendientes directos de Miguel Hidalgo y Costilla narra la relación del prócer de la Independencia con doña Josefa Quintana y sus hijas.
El hijo del acaudalado matrimonio de don Cristóbal Hidalgo y Costilla y Ana María Gallaga Mandarte y Villaseñor, Miguel Hidalgo y Costilla nació el 8 de mayo de 1753, en la hacienda de San Diego de Corralejo, en Pénjamo, Guanajuato. Su madre murió cuando él tenía nueve años, pero no le faltó cuidado y atención de su padre, de quien aprendió las primeras letras y la generosidad a los necesitados. En 1765 inició sus estudios en el colegio de San Francisco, de Valladolid (hoy Morelia) y más tarde pasó al colegio de San Nicolás Obispo. En su época de estudiante era apodado El Zorro a causa de su inteligencia y astucia.
En febrero de 1770 se recibió de bachiller en letras, y en marzo del año siguiente de bachiller en artes en la Real y Pontificia Universidad. Se distinguió en el estudio de teología escolástica y moral y a los 20 años obtuvo el bachillerato de teología. Posteriormente realizó estudios canónicos en el Colegio de San Nicolás, hizo carrera escolástica y aprendió latín, francés e italiano, lo mismo que náhuatl, tarasco y otomí
En 1790 fue nombrado rector del Colegio de San Nicolás, donde formó un círculo en el cual dominaban las ideas liberales y se exponían libremente opiniones políticas sin importar que estuvieran en contra de las autoridades virreinales y religiosas.
Su conducta en general dejaba mucho que desear para la jerarquía de la Iglesia, pues a la par de sus ideas liberales, llevaba una vida en que juego y mujeres tenían un papel importante. De hecho tuvo cuatro: Agustina y Lino Mariano de Manuela Pichardo, y Micaela y Josefa de Josefa Quintana. Las inconformidades generadas por su proceder lo obligaron a dejar todo para trasladarse a Colina a ejercer como cura. En enero de 1793, Miguel Hidalgo fue nombrado párroco de San Felipe, en Guanajuato. Sin embargo, sus ideas e inquietudes políticas y de crítica contra la iglesia siguieron haciendo ámpula y fue acusado de hereje ante en Santo Oficio. Aunque la acusación no prosperó, era señalado duramente por la autoridad.
Finalmente, en 1800 abandonó el curato de San Felipe para dedicarse a asuntos personales y familiares. No fue sino hasta 1802, cuando a la muerte de su hermano, cura de Dolores, Miguel ocupó su lugar. Ahí, trabajó de nuevo en favor de los más necesitados, que no dudaron el seguirle cuando años después, justo la noche del 15 al 16 de septiembre de 1810, al grito de "¡Viva la Independencia", convocó a tomar las armas contra la autoridad colonial.
Tuvo importantes triunfos y también algunos errores, los cuales despertaron la desconfianza de los suyos. Hidalgo fue hecho prisionero cuando se seguía el camino rumbo al norte. En Acatita de Baján fue alcanzado y aprehendido por Ignacio Elizondo, quien lo condujo a Chihuahua. Fue procesado por tribunales civiles y eclesiásticos que finalmente lo condenaron a muerte. Fue fusilado la mañana del 29 de julio de 1811.
Las hijas del 'Padre de la Patria
El Norte.- DOLORES HIDALGO, Gto.- Don Miguel Hidalgo y Costilla no fue sólo el Padre de la Patria, también fue el padre de Josefa y Micaela, y se especula que de varios más, aunque sus nombres no se conozcan oficialmente.
Por generaciones, los descendientes del prócer de la Independencia guardaron el secreto. Del "abuelo" Miguel se hablaba sólo muy en familia y a puerta cerrada.
Y es que descender de un héroe nacional podría ser motivo de orgullo si no fuera por su condición sacerdotal, máxime en una sociedad tan apegada a la religión católica como lo es la guanajuatense.
Pero los tiempos cambian y si en el juicio de la historia a nadie escandaliza que un cura encabezara la lucha armada para liberar al pueblo mexicano del dominio español, tampoco es para espantar que Hidalgo no haya sido muy respetuoso de su celibato.
En 1985, al cumplirse 175 años del inicio de la Guerra de Independencia, el Gobierno de Guanajuato reconoció a los hermanos Rodrigo, Enedina, Mercedes, María, María Dolores, Germán, María Esther, Víctor y Esperanza Vázquez Mendoza como la quinta generación de descendientes directos del Padre de la Patria.
El reconocimiento fue entregado por Manuel Bartlett, entonces Secretario de Gobernación, en el pueblo de Corralejo, Municipio de Pénjamo, lugar de nacimiento de Hidalgo.
Así se confirmó oficialmente lo que los historiadores habían descubierto sobre la relación amorosa que sostuvo don Miguel Hidalgo y Costilla con doña Josefa Quintana
Josefa y Miguel
El Norte.- María Esther Vázquez Mendoza, una de los nueve descendientes de la quinta generación del cura Hidalgo reconocidos oficialmente, cuenta que por relatos de familia sabe que el prócer de la Independencia conoció a Josefa Quintana en San Felipe, Municipio colindante con esta población.
De acuerdo a los historiadores, Hidalgo estuvo a cargo del curato de San Felipe de 1793 a 1800 y fue en esa época que amplió su biblioteca con libros de intelectuales franceses que estaban prohibidos por la iglesia y la corona española.
"Hidalgo era un hombre muy culto y le gustaba compartir sus conocimientos, por eso formaba grupos literarios y teatrales'', refiere María Esther, "en San Felipe, en uno de esos grupos teatrales conoció a doña Josefa con la que tuvo dos hijas''.
Debió ser fuerte el amor, pues cuando en 1802 el cura fue comisionado a la Parroquia de Dolores, se trajo de San Felipe a Doña Josefa y a sus hijas Micaela y Josefa.
Tuvieron que haber sido muy reservados o de plano la relación debió causar escándalo en el pueblo, pues Hidalgo instaló a mujer e hijas en una casa ubicada a menos de 50 metros de donde él vivía.
De hecho esa casa ubicada en la calle que ahora lleva el nombre de Hidalgo número 6, es aún propiedad de la familia descendiente de Doña Josefa Quintana.
De las dos hijas que tuvieron, Micaela se casó con Julián de Mendoza y procrearon dos hijos a los que llamaron Ignacia y Francisco.
Doña Ignacia Mendoza Quintana tuvo un hijo al llamó Vicente y que a su vez se casó con Doña Refugio, con la que engendró dos hijos de nombres Juliana y José.
Don José murió sin descendencia, mientras que Juliana contrajo matrimonio con Víctor Vázquez y tuvieron nueve hijos que son los que oficialmente han sido reconocidos como descendientes de Hidalgo, rompiéndose el secreto que la familia se había impuesto por generaciones.
María Esther comenta que no fueron ellos, sino los historiadores, que dieron con documentos y datos que revelaban estos sucesos, los que hicieron público el parentesco.
De los nueve hijos del matrimonio de Juliana Mendoza y Víctor Vázquez ya murieron Enedina y Rodrigo, este último fue el fundador del Banco del Ejército y la Armada de México.
El Norte.- Por lo mismo de su clandestinidad, de los amores que tuvieron don Miguel Hidalgo y Costilla y doña Josefa Quintana se sabe poco.
"Mi mamá nos contaba con mucha reserva'', recuerda María Esther, quien es ex-catedrática universitaria, "era difícil aceptar que fuéramos descendientes del cura Hidalgo porque se supone que ese estado (el sacerdocio) es muy especial que no podría tener matrimonio ni relaciones''.
Cuenta que para Julianita, su madre y tataranieta del Héroe de la Independencia, era un tema tabú, un secreto de familia hablar sobre esa rama de su árbol genealógico.
"Mi mamá era muy católica y sentía como una afrenta que un cura hubiera tenido hijos naturales, aunque yo le decía, bueno, ¿y cuáles son los hijos no naturales?'', comenta "Para ella era un pecado, una vergüenza''.
El recuerdo más vivo que tenía Julianita sobre la conformación de su linaje, y que comentó a sus hijos, fue el día que sacaron de su casa, la misma donde el cura Hidalgo había instalado a su tatarabuela Josefa Quintana, algunas pertenencias del héroe.
Ente las cosas que sacaron de la casa ubicada en la calle que actualmente se llama Hidalgo número 6, estaba el confesionario de Hidalgo, alguna ropa, libros y objetos de su quehacer eclesiástico, los cuales fueron llevados a la Ciudad de México para exponerse en museos.
María Esther entiende así la conducta de su antecesor: "Hidalgo era un hombre muy culto, adelantado a su tiempo, que si fue sacerdote fue porque en esos tiempos las familias acostumbraban la vocación de sus hijos por dedazo".
Ahora siente como un "orgullo inmerecido" saberse descendiente del Padre de la Patria, aunque este sentimiento se confunde con la insistencia que mantuvo la familia por años de mantenerlo muy en secreto.
El hijo del acaudalado matrimonio de don Cristóbal Hidalgo y Costilla y Ana María Gallaga Mandarte y Villaseñor, Miguel Hidalgo y Costilla nació el 8 de mayo de 1753, en la hacienda de San Diego de Corralejo, en Pénjamo, Guanajuato. Su madre murió cuando él tenía nueve años, pero no le faltó cuidado y atención de su padre, de quien aprendió las primeras letras y la generosidad a los necesitados. En 1765 inició sus estudios en el colegio de San Francisco, de Valladolid (hoy Morelia) y más tarde pasó al colegio de San Nicolás Obispo. En su época de estudiante era apodado El Zorro a causa de su inteligencia y astucia.
En febrero de 1770 se recibió de bachiller en letras, y en marzo del año siguiente de bachiller en artes en la Real y Pontificia Universidad. Se distinguió en el estudio de teología escolástica y moral y a los 20 años obtuvo el bachillerato de teología. Posteriormente realizó estudios canónicos en el Colegio de San Nicolás, hizo carrera escolástica y aprendió latín, francés e italiano, lo mismo que náhuatl, tarasco y otomí
En 1790 fue nombrado rector del Colegio de San Nicolás, donde formó un círculo en el cual dominaban las ideas liberales y se exponían libremente opiniones políticas sin importar que estuvieran en contra de las autoridades virreinales y religiosas.
Su conducta en general dejaba mucho que desear para la jerarquía de la Iglesia, pues a la par de sus ideas liberales, llevaba una vida en que juego y mujeres tenían un papel importante. De hecho tuvo cuatro: Agustina y Lino Mariano de Manuela Pichardo, y Micaela y Josefa de Josefa Quintana. Las inconformidades generadas por su proceder lo obligaron a dejar todo para trasladarse a Colina a ejercer como cura. En enero de 1793, Miguel Hidalgo fue nombrado párroco de San Felipe, en Guanajuato. Sin embargo, sus ideas e inquietudes políticas y de crítica contra la iglesia siguieron haciendo ámpula y fue acusado de hereje ante en Santo Oficio. Aunque la acusación no prosperó, era señalado duramente por la autoridad.
Finalmente, en 1800 abandonó el curato de San Felipe para dedicarse a asuntos personales y familiares. No fue sino hasta 1802, cuando a la muerte de su hermano, cura de Dolores, Miguel ocupó su lugar. Ahí, trabajó de nuevo en favor de los más necesitados, que no dudaron el seguirle cuando años después, justo la noche del 15 al 16 de septiembre de 1810, al grito de "¡Viva la Independencia", convocó a tomar las armas contra la autoridad colonial.
Tuvo importantes triunfos y también algunos errores, los cuales despertaron la desconfianza de los suyos. Hidalgo fue hecho prisionero cuando se seguía el camino rumbo al norte. En Acatita de Baján fue alcanzado y aprehendido por Ignacio Elizondo, quien lo condujo a Chihuahua. Fue procesado por tribunales civiles y eclesiásticos que finalmente lo condenaron a muerte. Fue fusilado la mañana del 29 de julio de 1811.
Las hijas del 'Padre de la Patria
El Norte.- DOLORES HIDALGO, Gto.- Don Miguel Hidalgo y Costilla no fue sólo el Padre de la Patria, también fue el padre de Josefa y Micaela, y se especula que de varios más, aunque sus nombres no se conozcan oficialmente.
Por generaciones, los descendientes del prócer de la Independencia guardaron el secreto. Del "abuelo" Miguel se hablaba sólo muy en familia y a puerta cerrada.
Y es que descender de un héroe nacional podría ser motivo de orgullo si no fuera por su condición sacerdotal, máxime en una sociedad tan apegada a la religión católica como lo es la guanajuatense.
Pero los tiempos cambian y si en el juicio de la historia a nadie escandaliza que un cura encabezara la lucha armada para liberar al pueblo mexicano del dominio español, tampoco es para espantar que Hidalgo no haya sido muy respetuoso de su celibato.
En 1985, al cumplirse 175 años del inicio de la Guerra de Independencia, el Gobierno de Guanajuato reconoció a los hermanos Rodrigo, Enedina, Mercedes, María, María Dolores, Germán, María Esther, Víctor y Esperanza Vázquez Mendoza como la quinta generación de descendientes directos del Padre de la Patria.
El reconocimiento fue entregado por Manuel Bartlett, entonces Secretario de Gobernación, en el pueblo de Corralejo, Municipio de Pénjamo, lugar de nacimiento de Hidalgo.
Así se confirmó oficialmente lo que los historiadores habían descubierto sobre la relación amorosa que sostuvo don Miguel Hidalgo y Costilla con doña Josefa Quintana
Josefa y Miguel
El Norte.- María Esther Vázquez Mendoza, una de los nueve descendientes de la quinta generación del cura Hidalgo reconocidos oficialmente, cuenta que por relatos de familia sabe que el prócer de la Independencia conoció a Josefa Quintana en San Felipe, Municipio colindante con esta población.
De acuerdo a los historiadores, Hidalgo estuvo a cargo del curato de San Felipe de 1793 a 1800 y fue en esa época que amplió su biblioteca con libros de intelectuales franceses que estaban prohibidos por la iglesia y la corona española.
"Hidalgo era un hombre muy culto y le gustaba compartir sus conocimientos, por eso formaba grupos literarios y teatrales'', refiere María Esther, "en San Felipe, en uno de esos grupos teatrales conoció a doña Josefa con la que tuvo dos hijas''.
Debió ser fuerte el amor, pues cuando en 1802 el cura fue comisionado a la Parroquia de Dolores, se trajo de San Felipe a Doña Josefa y a sus hijas Micaela y Josefa.
Tuvieron que haber sido muy reservados o de plano la relación debió causar escándalo en el pueblo, pues Hidalgo instaló a mujer e hijas en una casa ubicada a menos de 50 metros de donde él vivía.
De hecho esa casa ubicada en la calle que ahora lleva el nombre de Hidalgo número 6, es aún propiedad de la familia descendiente de Doña Josefa Quintana.
De las dos hijas que tuvieron, Micaela se casó con Julián de Mendoza y procrearon dos hijos a los que llamaron Ignacia y Francisco.
Doña Ignacia Mendoza Quintana tuvo un hijo al llamó Vicente y que a su vez se casó con Doña Refugio, con la que engendró dos hijos de nombres Juliana y José.
Don José murió sin descendencia, mientras que Juliana contrajo matrimonio con Víctor Vázquez y tuvieron nueve hijos que son los que oficialmente han sido reconocidos como descendientes de Hidalgo, rompiéndose el secreto que la familia se había impuesto por generaciones.
María Esther comenta que no fueron ellos, sino los historiadores, que dieron con documentos y datos que revelaban estos sucesos, los que hicieron público el parentesco.
De los nueve hijos del matrimonio de Juliana Mendoza y Víctor Vázquez ya murieron Enedina y Rodrigo, este último fue el fundador del Banco del Ejército y la Armada de México.
El Norte.- Por lo mismo de su clandestinidad, de los amores que tuvieron don Miguel Hidalgo y Costilla y doña Josefa Quintana se sabe poco.
"Mi mamá nos contaba con mucha reserva'', recuerda María Esther, quien es ex-catedrática universitaria, "era difícil aceptar que fuéramos descendientes del cura Hidalgo porque se supone que ese estado (el sacerdocio) es muy especial que no podría tener matrimonio ni relaciones''.
Cuenta que para Julianita, su madre y tataranieta del Héroe de la Independencia, era un tema tabú, un secreto de familia hablar sobre esa rama de su árbol genealógico.
"Mi mamá era muy católica y sentía como una afrenta que un cura hubiera tenido hijos naturales, aunque yo le decía, bueno, ¿y cuáles son los hijos no naturales?'', comenta "Para ella era un pecado, una vergüenza''.
El recuerdo más vivo que tenía Julianita sobre la conformación de su linaje, y que comentó a sus hijos, fue el día que sacaron de su casa, la misma donde el cura Hidalgo había instalado a su tatarabuela Josefa Quintana, algunas pertenencias del héroe.
Ente las cosas que sacaron de la casa ubicada en la calle que actualmente se llama Hidalgo número 6, estaba el confesionario de Hidalgo, alguna ropa, libros y objetos de su quehacer eclesiástico, los cuales fueron llevados a la Ciudad de México para exponerse en museos.
María Esther entiende así la conducta de su antecesor: "Hidalgo era un hombre muy culto, adelantado a su tiempo, que si fue sacerdote fue porque en esos tiempos las familias acostumbraban la vocación de sus hijos por dedazo".
Ahora siente como un "orgullo inmerecido" saberse descendiente del Padre de la Patria, aunque este sentimiento se confunde con la insistencia que mantuvo la familia por años de mantenerlo muy en secreto.
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